En las novelas de caballerías sobrevivían los temas y actitudes de la Edad Media: la defensa del honor, la idealización de la mujer y el ejercicio individual de la justicia.
El héroe caballeresco era un caballero que luchaba en la guerra y sobresalía por sus hazañas.
Salía en busca de aventuras, y dispuesto a sostener con las armas, y contra cualquier tipo de enemigos, los principios por los que lucha. El ámbito en el que se movía el caballero era fantástico (puesto a que sus hazañas eran extraordinarias y sobrenaturales): vencía a gigantes y a seres monstruosos. Castillos, ínsulas, encantamientos y hechos sobrehumanos aparecían constantemente en el mundo novelesco de los caballeros andantes. Su vida era una cadena interminable de hazañas.
El héroe caballeresco era un caballero que luchaba en la guerra y sobresalía por sus hazañas.
Salía en busca de aventuras, y dispuesto a sostener con las armas, y contra cualquier tipo de enemigos, los principios por los que lucha. El ámbito en el que se movía el caballero era fantástico (puesto a que sus hazañas eran extraordinarias y sobrenaturales): vencía a gigantes y a seres monstruosos. Castillos, ínsulas, encantamientos y hechos sobrehumanos aparecían constantemente en el mundo novelesco de los caballeros andantes. Su vida era una cadena interminable de hazañas.
El origen de este género data de principios del siglo XII, cuando Normandía (antigua provincia del noroeste de Francia) estaba gobernada por una corte de Enrique II Plantagenet (que accedió al trono en 1153) y Leonor de Aquitana, reina de Francia desde entonces.
Normandía, en aquellos tiempos, era un territorio con una gran concentración culta puesto a que fue el único territorio donde los conocimientos generales y la cultura de la gente, estaban más desarrollados. Estamos hablando de una zona que estaba plagada de eruditos (personas que tienen y demuestran poseer sólidos y profundos conocimientos sobre una o incluso múltiples disciplinas como era el caso de Chrétien de Troyes (poeta difusor de la novela occidental) y de Marie de France.
Retrato de Godofredo de Monmouth en la obra 'Historia Regum Britanniae' |
Esta, es una crónica pseudohistórica ya que es un texto que está basado en hechos históricos pero que no siguen las convenciones historiográficas y del método histórico; y tienen la intención de minar sus conclusiones. El autor, mezcla la cultura grecolatina con las leyendas de Inglaterra, contando la leyenda del Rey Arturo
y los caballeros de la mesa redonda, entre otros.
A partir de entonces, la novela de Godofredo de Monmouth sirvió como fuente de inspiración para muchos autores y eruditos de la época, que crearon diversas obras. Esta 'hornada' de pequeñas novelas hizo que se descubrieran muchos sucesos de la época de los cuales nunca se había hablado hasta entonces.
La obra, El Arte de Amar, escrita por Ovidi. |
El amor perfecto era aquél que se confeccionaba espiritualmente. Es decir, a través de intercambio de cartas, sin haber ningún contacto físico. Por contra, no importaba si este no era correspondido puesto a que lo único verdaderamente importante era serle fiel a la otra persona. Finalmente, podemos decir que el amor era considerado una enfermedad dada la fuerte pasión con la que sentían los amados y una vez se fijaban en el otro, ya no podían quitarse de la cabeza su rostro, el cual perduraría años y años. Llegaba el punto en el que los amantes no tenían apetito ni podían descansar lo suficiente, por
el duro continuo recuerdo de su amado.
Este tipo de amor, el amor como enfermedad, se encuentra en las novelas sentimentales como por ejemplo, la obra de Tristán e Isolda.
El gran éxito de Chrétien de Troyes llega a la Península, gracias a las traducciones del francés al castellano, y inspira a algunos escritores obras propias como la Gran conquista de Ultramar (1291-1295), el libro del Caballero Zifar (1300) y Amadís de Gaula (s. XIV).